No eres azul, verde ni púrpura, no tienes caballo, ni
siquiera una túnica. . No tienes castillo ni mucho menos un reino, nada de eso
es importante solo lo que llevas dentro. Nada perfecto, ni alto, ni bello...
¡ay! Mi dulce príncipe te estás quedando sin pelo.
Ya tu barriga de cerveza se empieza a notar y tu tolerancia
a lo estúpido ya está en su final.
Mi dulce príncipe que bebe romo, aquel que no le gustan los
apodos ñoños, esa barba varonil que te identifica, detrás de esta el punto
débil que te hace cosquillas.
Esos momentos en que te vuelves un ogro y al ratito estás
que pareces un oso cariñoso. .
¡Ay! mi dulce príncipe de ají picante, eres el que gobierna
este corazón que late.